La disfunción eréctil es una de las consultas más comunes en urología y afecta a millones de hombres en todo el mundo.
Aunque suele relacionarse directamente con el envejecimiento, lo cierto es que esta condición puede presentarse en diferentes etapas de la vida y estar asociada a múltiples factores de salud. Identificar si se trata de un problema vinculado a la edad o a una enfermedad subyacente es clave para recibir el tratamiento adecuado.
En el imaginario colectivo, la disfunción eréctil se asocia casi de forma automática con la vejez. Sin embargo, estudios médicos han demostrado que no se trata únicamente de un proceso natural del paso de los años, sino de un síntoma que puede reflejar alteraciones en el organismo. Por eso, comprender las causas y los factores de riesgo resulta fundamental para mejorar la calidad de vida y la salud sexual de quienes la padecen.
Es cierto que el envejecimiento puede influir en la función eréctil debido a cambios fisiológicos propios de la edad. La disminución de los niveles de testosterona, el menor flujo sanguíneo hacia el pene y la presencia de enfermedades crónicas más comunes en hombres mayores aumentan la probabilidad de experimentar dificultades en la erección.
Sin embargo, la edad no debe entenderse como una sentencia inevitable. Muchos hombres de edad avanzada logran mantener una vida sexual activa y satisfactoria, especialmente cuando adoptan hábitos saludables y realizan chequeos médicos periódicos. En este sentido, la disfunción eréctil puede ser más bien un indicador de problemas de salud que se acentúan con el paso de los años.
La disfunción eréctil puede ser un síntoma temprano de enfermedades cardiovasculares. La acumulación de placa en las arterias (aterosclerosis) reduce el flujo sanguíneo y dificulta la capacidad de lograr y mantener una erección. Por ello, los especialistas consideran este problema como una señal de alerta para evaluar la salud cardiovascular.
Otra enfermedad comúnmente asociada es la diabetes. Los niveles elevados de glucosa dañan los vasos sanguíneos y los nervios responsables de la respuesta eréctil, lo que convierte a esta condición en una de las principales causas de disfunción eréctil en hombres de diferentes edades. Asimismo, la hipertensión arterial y el colesterol alto también influyen de manera directa en el desarrollo de esta condición.
Las enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple o el Parkinson, afectan la transmisión de las señales nerviosas necesarias para la erección. Esto genera una dificultad añadida que no depende únicamente del envejecimiento, sino de la alteración en el sistema nervioso central.
En cuanto a los problemas hormonales, la baja producción de testosterona, el hipotiroidismo o el hipertiroidismo también pueden estar vinculados a la disfunción eréctil. Estos desequilibrios impactan directamente en el deseo sexual y en la capacidad de respuesta del organismo durante la actividad íntima.
El componente psicológico es otro aspecto fundamental que no debe pasarse por alto. El estrés, la ansiedad y la depresión son factores que influyen de manera directa en la salud sexual. En algunos casos, los problemas de pareja o la presión por el desempeño generan un círculo vicioso en el que la ansiedad anticipatoria agrava la dificultad para mantener una erección.
El acompañamiento profesional, que puede incluir terapia psicológica o de pareja, resulta tan importante como el tratamiento médico, ya que la salud mental juega un papel esencial en el bienestar sexual.
Ciertos medicamentos, como los indicados para tratar la hipertensión, la depresión o las enfermedades cardíacas, pueden tener como efecto secundario la disfunción eréctil. En estos casos, es fundamental no suspender el tratamiento sin la orientación médica y consultar al especialista para evaluar alternativas.
Por otro lado, los hábitos de vida tienen un peso importante. El consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, el sedentarismo y la mala alimentación deterioran el sistema vascular y afectan la capacidad de respuesta sexual. Adoptar rutinas más saludables puede mejorar considerablemente la función eréctil y prevenir el desarrollo de enfermedades relacionadas.
La disfunción eréctil no debe considerarse un problema exclusivo de la edad ni un tema tabú. Consultar al urólogo de manera temprana permite identificar la causa real y aplicar un tratamiento adecuado, que puede incluir cambios en el estilo de vida, medicación o terapias especializadas.
Además, la evaluación médica no solo busca mejorar la vida sexual del paciente, sino también prevenir complicaciones de enfermedades silenciosas como la diabetes o los problemas cardiovasculares. Reconocer la disfunción eréctil como una señal de alerta puede ser determinante para la salud integral del hombre.
* Recuerda, esta entrada es informativa y no reemplaza la consulta directa con un profesional de la salud.
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