
Nació como mito y tiene mucho de realidad para la salud del hombre, incluso sexual y de su próstata.
Existe la creencia de que lo natural para los hombres es orinar de pie y que solo las mujeres son las que lo hacen estando sentadas. No obstante, varios estudios demuestran que hacer pis sentado no sólo es beneficioso para la salud masculina, sino que además mejora su vida sexual al tener la próstata más relajada.
Dichos resultados apuntan que la posición del cuerpo puede influir en el volumen de flujo de orina. La capacidad fisiológica de la vejiga urinaria o hasta que aparece el deseo de orinar, oscila entre los 250 y los 300 centímetros cúbicos. Y para vaciar completamente la vejiga, se necesita tener intacto el sistema de control nervioso, que alerta cuándo hay que orinar y que retiene la orina hasta que la persona se encuentre en un lugar para evacuar.
Una vez en esas circunstancias, se relajan el esfínter de la vejiga y los músculos del suelo pélvico, al tiempo que la vejiga se contrae y se vacía. De esta forma, orinar sentados hace que el hombre realice la micción de una forma más completa. Según el Departamento de Urología del Leiden University Medical Center, de Países Bajos, no se tensionan los músculos de la vejiga, lo que ayuda a evitar, precisamente, problemas de próstata.
También resulta ser más higiénico. Al no salpicarse el retrete, se reduce el riesgo de sufrir alguna infección. Quizá por eso existen debates a nivel mundial al respecto. En Alemania se pueden encontrar baños públicos con un cartel que dice ‘Bitte hinsetzen’ (por favor, siéntese) y que cuentan con una luz roja parecida a la de un semáforo que prohíbe la posición de pie. Este tipo de propuestas también prospera en Suecia, Japón y Taiwán.
Finalmente, cabe mencionar el experimento que hizo la empresa QS Supplies, con ayuda de la luz ultravioleta que destapaba el alcance de las gotas del chorro de orina proyectado por los hombres estando de pie. De entrada, descubrieron que la mejor forma de evitar salpicar es dirigir la columna de orina hacia la pared más cercana al agujero, mejor que mear directamente en el hoyo e infinitamente más eficaz que hacerlo «hacia y alrededor de la pared posterior de la taza, diana que produjo la mayor cantidad de gotas y mucha más expansión». De hecho, algunas salpicaduras saltaron hasta un metro, la distancia a la que uno de cada 4 individuos que participaron en el estudio tenía colocado su cepillo de dientes.
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