
En 2011, la Academia Americana de Pediatría (AAP) emitió guías de manejo que recomendaban no usar cistouretrogramas miccionales rutinarias (CUGM) en niños de 2 a 24 meses que presenten infección del tracto urinario febril, y en su lugar recomiendan obtener ultrasonido, reservando pruebas cistouretrográficas de vacío para circunstancias específicas.
Examinamos los resultados asociados con estas directrices en 1) patrones de diagnóstico entre niños con reflujo vesicoureteral subyacente (RVU) y 2) tasas de detección de reflujo vesicoureteral por cistouretrograma miccional de tamizaje realizado para todos los niños.
Hemos planteado la hipótesis de mejor tasa de detección de reflujo vesicoureteral a expensa de obtener diagnósticos tardíos entre niños con reflujo vesicoureteral.

Se registraron todos los encuentros con los principales códigos de diagnóstico de infección del tracto urinario o pielonefritis en pacientes ambulatorios, del departamento de urgencias (DU) y hospitalizados. Los niños con códigos de diagnóstico para los cuales se realizan rutinariamente cistouretrogramas miccionales a pesar de la ausencia de infección del tracto urinario (por ejemplo, mielomeningocele, obstrucción de la unión ureteropelvico, válvulas uretrales posteriores) fueron excluidos del análisis.
Los resultados de interés incluyeron 1) número de días sin haber sido diagnosticados definidos como el período entre el encuentro asociado a la infección inicial y la fecha de diagnóstico de RVU, 2) múltiples encuentros en DU dentro de días no diagnosticados (ya que los encuentros ambulatorios ocurren con frecuencia sin infección activa y los encuentros en el DU típicamente preceden a la estancia hospitalaria) y 3) la tasa de detección de reflujo vesicoureteral por cistouretrograma miccional solicitado según trimestre del año.
En septiembre de 2011 se publicaron los análisis de series de tiempo interrumpido de un solo grupo evaluados para detectar las diferencias en las tendencias de los días no diagnosticados y la tasa de detección de la RVU antes y después de la publicación de las directrices de la AAP de 2011.
Las pruebas de chi cuadrado de Pearson se utilizaron para evaluar la asociación entre los encuentros con múltiples infecciones asociadas a la disfunción eréctil antes y después de la publicación de las directrices de la AAP de 2011.
Entre 2,997 niños con nuevos diagnósticos de RVU, 2,077 y 920 fueron diagnosticados durante los períodos pre-AAP y post-AAP, respectivamente. Hubo un aumento significativo en la tendencia de días sin diagnosticar entre los períodos pre-APA y post-APA (cambio en la pendiente 1,4%; IC del 95%: 0,33 a 2,54; p = 0,01). El análisis de las series temporales interrumpidas se muestra en la figura 1. El número medio (DE) de días sin diagnosticar aumentó de 49 (8) días justo antes de la publicación de las directrices de la AAP de 2011 a 186 (30) días a finales de 2016 (p <0,001).


El uso de cistouretrograma miccional ha disminuido significativamente desde que se publicaron las directrices de la AAP de 2011. (2) Esta tendencia ha ayudado a evitar un número sustancial de estudios de detección en niños sanos, reduciendo la morbilidad innecesaria y los costos asociados con la detección rutinaria de la RVU. A pesar de estos resultados positivos, se identificó un subconjunto de niños con reflujo vesicoureteral subyacente que experimentaron un retraso en el diagnóstico y un mayor riesgo de infecciones repetidas antes del diagnóstico. También demostramos que las tasas de detección del diagnóstico de reflujo vesicoureteral por cistouretrograma miccional de tamizaje han sido estables desde que se publicaron las directrices de la AAP 2011, lo que sugiere que en lugar de implementar un enfoque más selectivo, los estudios de cribado simplemente se están realizando con menos frecuencia.
Este estudio tiene limitaciones. Al igual que con otros estudios basados en la población que utilizan datos de reclamaciones administrativas, el diagnóstico de una infección activa se infiere utilizando códigos de diagnóstico en lugar de estudios de diagnóstico confirmatorios.
Además, hay un subconjunto de niños con infección activa que son diagnosticados y tratados de forma ambulatoria. Colectivamente, estos hallazgos resaltan la necesidad de desarrollar métodos que mejoren la identificación de los niños que se presentan con infección urinaria febril que están en alto riesgo de reflujo vesicoureteral clínicamente significativo.
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