El uso de fajas ha ganado popularidad en los últimos años como una herramienta para moldear la figura y mejorar la postura.
Sin embargo, lo que muchas personas no saben es que su uso frecuente puede tener efectos negativos en la salud, especialmente en lo que se refiere al sistema urinario. Aunque las fajas pueden proporcionar una apariencia más esbelta, también pueden ejercer una presión considerable en la zona abdominal y pélvica, afectando el funcionamiento de los órganos.
Una de las preocupaciones más comunes es que el uso constante de fajas demasiado ajustadas puede interferir con la función normal de la vejiga. Al comprimir la zona abdominal, la faja puede aumentar la presión sobre la vejiga, reduciendo su capacidad y causando una sensación constante de urgencia para orinar. Además, el uso prolongado puede debilitar los músculos del suelo pélvico, los cuales son fundamentales para el control de la vejiga y la continencia.
Otro riesgo asociado al uso frecuente de fajas es la posible restricción del flujo sanguíneo en la región pélvica. Esta restricción puede afectar la función renal y el drenaje adecuado de la orina, lo que aumenta el riesgo de infecciones urinarias. La falta de movilidad y la presión constante ejercida por las fajas pueden, además, contribuir al desarrollo de problemas como el síndrome de vejiga hiperactiva, especialmente en personas predispuestas.
Por todo esto, es importante ser consciente de los posibles efectos negativos del uso constante de fajas. Si bien pueden ser útiles en ocasiones especiales, su uso prolongado no es recomendable. Optar por prendas de compresión diseñadas específicamente para uso médico o consultar con un especialista en caso de molestias es fundamental para mantener la salud del sistema urinario y evitar complicaciones a largo plazo.
* Recuerda, esta entrada es informativa y no reemplaza la consulta directa con un profesional de la salud.
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